Los intereses de cuotas de tarjeta y préstamos personales pagan 21% de IVA. ¿Porqué?

Desde el gobierno se reclama constatemente al sector financiero que realice un esfuerzo y “abarate” las tasas de interés. Pero se omite considerar que los intereses de préstamos personales y cuotas de tarjetas se hallan “encarecidos” con la tasa del 21% del Impuesto al Valor Agregado.
Cuando se estableció el IVA, allá por la década del setenta del siglo pasado, su alcance era restringido. Los interes de préstamos financieros no estaban alcanzados. Con la llamada generalización del Impuesto al Valor Agregado dispuesta varios años más tarde (1990), las operaciones financieras pasaron a estar alcanzadas por el impuesto.
Para las empresas tomadoras de préstamos y todos aquellos que sean responsables inscriptos, el impuesto pagado en las operaciones financieras es crédito fiscal que pueden computar contra el débito fiscal que les corresponda. O sea, no afecta sus costos.
Esto no es así para los consumidores finales, en su mayoría  asalariados, jubilados y otros similares que recurren a préstamos personales y a la financiación del saldo mensual de sus tarjetas de crédito, quienes, además de las elevadas tasas de interés que cobran los bancos, deben pagar un porcentaje del 21% en concepto de Impuesto al Valor Agregado que ya viene incluido en la cuota respectiva. Y esto afecta directamente el costo final de la operación.
Por la forma en que está diseñado este tributo, su amplia generalización convierte al estado, igual que cuando aumenta la nafta, la luz, el gas y los peajes, por ejemplo, en socio beneficiario del mayor costo que en definitiva pagan las familias en sus consumos.
La generalización del IVA dispuesta oportunamente, fue luego restringida al eximirse del impuesto a los intereses sobre préstamos para vivienda propia, pero, la amplia gama de préstamos para consumo, los intereses sobre compras financiadas con tarjetas de crédito y la financiación de los saldos de tarjetas de crédito se hallan, como dijimos, alcanzados por el gravamen, encareciendo este legítimo recurso de financiación popular y  afectando, con su presión, el bolsillo del consumidor.
Fuente: BlogContadorLocane

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